Mi hijo se porta mal. Mi querido y adorado hijo, acaba de mentirme a la cara. Dos veces… Y como si fuera poco, luego, me sacó la lengua, subió las escaleras corriendo y cerró la puerta de su habitación de un golpe.
Antes de que yo pudiera responderle con una reprimenda, con un castigo o ir corriendo detrás de él, me detuve y me pregunté ¿por qué? Respiré y volví a preguntarme ¿Por qué está actuando de esa manera?
¿Podría estar comportándose así porque soy una mala madre y le dejo hacer y decir lo que quiera? Pero sé que eso no es cierto. Estoy lejos de ser una madre perfecta, pero soy una madre cariñosa, amable y respetuosa. Pero, como la mayoría de las mamás, cuando nuestros hijos tienen un comportamiento inadecuado, empezamos a cuestionarnos todo.
Y muchas veces, asumimos fácilmente que su arrebato es de alguna manera culpa nuestra.
Nos culpamos a nosotros mismos y a nuestras habilidades como padres:
- Se comporta de esta manera porque soy una mala madre.
- Solo soy una madre horrible que no sabe educar a sus hijos.
- Se rebela porque soy demasiado estricta.
- Está probando todos los límites porque soy muy permisiva.
Estos pensamientos, son suficiente para que cualquier madre pierda lo que le queda de cordura.
Y probablemente, todas nos sintamos así porque la mayoría de la sociedad declara esto explícitamente o lo insinúa sutilmente a las mamás de todo el mundo: El comportamiento de los niños es un reflejo directo de la ma/paternidad.
Mi hijo se porta mal
La verdad detrás del comportamiento de nuestros hijos
Los padres tenemos una enorme influencia sobre nuestros hijos y su comportamiento. Decidimos cómo nos tratarán, qué es aceptable y qué no debe tolerarse. Establecemos el tono en el que queremos que nos hablen y creamos el entorno en nuestros hogares donde prosperarán o simplemente intentarán sobrevivir. Y para bien o para mal, somos su voz interior.
Los estamos guiando para que sean quienes son, dando forma a lo que piensan, sienten y creen sobre sí mismos y el mundo que los rodea.
Nuestras reacciones a su comportamiento y nuestras interacciones con ellos les dirigen a cómo reaccionarán y se comportarán en el futuro.
Y aunque definitivamente hay días en los que podría haber sido una mejor mamá, sé que estoy haciendo lo mejor que puedo… tal como lo estás haciendo tú ahora.
Estamos presentes, emocional y físicamente.
Somos consistentes.
Estamos ahí para ellos.
Los escuchamos, los vemos y los amamos por lo que son.
Los llevamos al parque y les leemos cuentos incluso cuando no nos apetece.
Los tomamos de sus manitas al cruzar la calle.
Los arropamos, los llenamos de cariño y los alentamos siempre.
Entonces, cuando nuestros hijos tienen un mal día, ¿desaparece toda nuestra genialidad?
¿De repente somos malas madres porque nuestros hijos perdieron la cabeza y olvidaron temporalmente todo lo que les hemos enseñado sobre tratar a las personas con amabilidad y respeto?
No, no lo somos.
La genialidad nuestra como madre sigue intacta.

¿Cómo reaccionar cuando mi hijo se porta mal?
Como adultos, sabemos que solo podemos controlar nuestras propias acciones, reacciones y comportamientos.
Repito: Solo podemos controlar nuestras propias reacciones.
El comportamiento de mi hijo no refleja qué tipo de madre soy. Pero, el cómo reacciono a su comportamiento refleja qué tipo de madre soy. Mi respuesta lo dice todo sobre mí.
Y ya sea que estemos en público o rodeados de familiares, de amigos o solo con nuestro hijo, alguien está observando cómo manejo la situación. Siempre hay una audiencia cuando somos padres… incluso si es solo nuestro hijo.
¿Puede ser más difícil lidiar con comportamientos inadecuados cuando nos sentimos juzgados por las personas que nos miran? Es muy difícil cuando nuestros dulces angelitos presionan los botones de nuestra mamá enfadada y hacen que la tapa de nuestra olla se destape. Y es aún más difícil cuando estamos cansados, frustrados y agotados al ver lo “fácil” que es para las “mamás perfectas” que nos rodean o que vemos por las redes sociales.
Hay algunos trucos para ayudarnos a navegar en estas situaciones difíciles que también nos ayudan a mantener nuestra genialidad.
1. Todo comportamiento es comunicación
Primero, todo comportamiento es comunicación. Mi hijo estaba tratando de decirme algo pero no sabía cómo hacerlo.
Quizás esté frustrado, cansado o sobreestimulado. Quizás esté enfadado, se siente solo o asustado.
No puede decirme exactamente qué le está pasando, pero su comportamiento lo dejó en claro: Algo está pasando y necesito averiguar qué es.
2. Mantén la calma
En segundo lugar, tenemos que mantener la calma. Cuanto más locos se ponen mis hijos, más tranquila me pongo yo (es uno de mis mantras de crianza).
¿No estás seguro de cómo mantener la calma? Intente presionar el botón de pausa: Puedo agrandar la situación y gritar o puedo reducir la situación y conectar con mi peque por medio de la calma.
Si, mi hijo se porta mal. Y como soy el único adulto en la relación, es mi trabajo elegir reducir la escala de la situación, así que elijo la calma.
Un niño de 7 años definitivamente no lo hará. No tiene ni idea de cómo hacerlo. Y en este punto emocional en el que se encuentra, probablemente no lo haría aunque quisiera.
3. Su comportamiento no es un reflejo de nosotros.
Y tercero, tenemos que recordar que cuando nuestros hijos se “portan mal”, no es un reflejo de mí ni de mis habilidades como madre. Mi hijo solo está teniendo un mal día. Y todos (adultos y peques) tenemos días malos, así que está bien. Lo que no es adecuado es tratarme como lo hizo. Su comportamiento es un reflejo de su estado de ánimo, sus emociones y su madurez.
Mi comportamiento es un reflejo de mi estado de ánimo, mis emociones y mi nivel de madurez.
Manejando la difícil situación: Mi hijo se porta mal
Entonces, después de respirar profundamente, subí las escaleras y abrí la puerta en silencio. Me senté en el borde de su cama. Le dije que lo amaba mucho pero que no podía tratarme de esa manera.
Le recordé las reglas de nuestra familia y le señalé que debió haberlas olvidado por un segundo.
Y mientras yo estaba allí, comenzó a contarme lo que realmente le estaba pasando, qué le estaba molestando.
Y escuché. Vino hasta mi regazo, el niño que cerró la puerta de golpe y le sacó la lengua se había ido.
Después de que me dijo por qué estaba molesto, sentí empatía. Es difícil tener siete años. Le dije las palabras que necesitaba decir la próxima vez que se sintiera de esa forma y lo ayudé a reconocer sus emociones.
Pero también le reiteré con voz pausada y con calma que no podía tratarme de la forma en que lo había hecho. En nuestra familia, no sacamos la lengua para incordiar ni damos portazos. Son dos de las cosas que hemos acordado para ser amables. En cambio, usamos nuestras palabras para expresarnos:
Estoy enfadado.
Estoy frustrado.
Necesito estar solo.
Podía sentir su asentimiento contra mi pecho y luego susurró: “Lo siento mamá. Te amo“
Y en ese momento lo supe. Aunque no soy una madre perfecta, soy la madre que mi hijo necesita.
Si, soy exactamente la madre que necesita… Especialmente en esos días en que se siente terrible.

1 COMMENT
zapateriachis
2 años agoexcelente articulo, ayuda para mejorar el comportamiento de nuestros niños