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Embarazo y Maternidad

Aborto: ¿Qué es el manejo expectante?

Cuando supe que tenía un embarazo anembrionario y que debía abortar, quería saber qué otras posibilidades había aparte de someterse súbitamente y sin pensarlo a un legrado. Una buena amiga me informó sobre lo que es el “manejo expectante” algo hasta ahora totalmente desconocido para mí, puesto que en ninguno de los centros sanitarios en dónde acudí, me facilitaron esa información y mucho menos me dieron esa opción.

Muchas mujeres desconocemos absolutamente que el aborto pueda tratarse de otra manera, respetando el tiempo que nuestro cuerpo necesite para expulsar los restos, respetando nuestra fisiología natural.

Manejo Expectante

Se trata de un tratamiento sin usar medicamentos de los restos que quedan en el útero. Respetando el tiempo naturalmente necesario de la fisiología de la mujer, su propio cuerpo expulsará dichos restos. Este proceso puede durar entre tres y cinco días hasta más de dos semanas.

Cuando comencé a indagar sobre lo que significaba, mi amiga me aconsejó hablar con una persona perteneciente a la asociación el Parto es Nuestro que ya había pasado tres veces por la dolorosa situación de un aborto y quien había elegido la opción del manejo expectante. Gracias a ella y a su experiencia pude saber lo que ocurriría de antemano en mi cuerpo mientras sucedía el proceso.

En el manejo expectante la expulsión de los restos se dará en un proceso físico que será muy similar a un parto, con expulsión del tapón mucoso, contracciones, expulsivo… También habrá sangrado abundante, más parecido a una regla.

Me fui a la cama con mi niña sobre las 10:00 de la noche, le canté y amamanté hasta que se durmió plácidamente. Yo me quedé con ella, no me levanté para acompañar a mi marido a ver la tele como de costumbre. Me sentía cansada por todo lo vivido durante el día anterior y por el shock de la noticia de la necesidad del aborto que ya empezábamos a digerir.

Un par de horas después de estar en la cama comencé a sentir pequeñas puntaditas en la parte baja de mi pelvis que llegaban a la zona de la vagina. No eran en lo absoluto dolorosas, pero en ese momento sentí que mi cuerpo había tomado la decisión y que comenzaba el proceso.

Curiosamente no me asusté, estaba muy tranquila, simplemente estaba atenta a cada cosa diferente que pudiera acontecer. Me alegré a pesar de todo y me sentí agradecida con mi cuerpo, por haber tomado la decisión, sentí que era lo mejor y adecuado para mí y que ya no podía equivocarme. A veces la falta de decisión nos estresa y hace que uno se consuma en el “qué debo hacer”. En ese instante me relajé, ya sabía cuál era mi camino.

Era más de la una de la madrugada (no recuerdo con exactitud la hora), mi marido se acostó a mi lado y yo no le dije nada de lo que presentía para no alarmarlo. Un rato más tarde me levanté con ganas de ir al baño. Me di cuenta de que seguía manchando y que el sangrado era un poco mayor de lo que hasta ahora había sido. Volví a la cama y media hora después, me volví a levantar pero apenas me puse de pie, noté que caía algo sobre mi ropa interior. Encendí la luz, era un coágulo de sangre del tamaño de una jabonera.

Yo no salía de mi asombro y quise compartirlo con mi marido. Lo desperté y recuerdo que le dije: mira es increíble, ya ha comenzado todo. Él se asombró por lo que había expulsado, pero al ver que yo estaba tranquila, no se alarmó. Volvimos a la cama.

Posteriormente comencé a sentir retortijones en mi vientre y unas ganas terribles de evacuar. Fui al baño nuevamente y debo decir que defequé como nunca antes había hecho en mi vida. Mi marido se levantó para ayudarme. Yo en ese momento moría de vergüenza ante tanta deposición. Era algo interminable.

En eso comencé a sentir escalofríos y me di cuenta de que se me estaba bajando la tensión. Me quité parte del pijama y, mientras él me abanicaba, yo cogida de su mano respiraba profundo. Volví a recuperar el tono.

Tengo que reconocer que quizás este fue el único momento en que me sentí más vulnerable, pero no me asusté. Mi marido posteriormente me confesó que se alarmó y estaba un poco nervioso, pero no quiso trasmitirme sus miedos y respetó mi proceso. ¡Cuánto se lo he agradecido!

Finalmente, sin más heces que expulsar, volví a la cama. Aún tenía escalofrío, pero curiosamente mi pequeña al sentirme, se acurrucó a mi lado y calentó todo mi cuerpo como arte de magia, con solo tocarme! Ya comenzaba a madrugar y me quedé traspuesta.

Sobre las 6 de la mañana comencé a sentir pequeñas contracciones. Las identifiqué de inmediato recordando la experiencia de mi embarazo anterior. No dolían, eran bastante leves, pero pensé que seguramente irían a más. Pasado un rato le dije a mi marido que ya tenía contracciones y que por si acaso estuviera preparado para ir al hospital.

Sin embargo, enseguida me levanté con ganas nuevamente de orinar y, para mí sorpresa, una vez en el water, expulsé el resto de lo que debía expulsar. Desafortunadamente, no pude ver lo que era porque su mismo peso hizo que se fuera directamente si darme tiempo a reaccionar. A partir de ese momento me sentí relajada, tranquila y decidí no ir inmediatamente al hospital, necesitaba dormir un par de horas y así lo hice.

Cuando llegamos a urgencias me hicieron una ecografía. Confirmaron efectivamente que había sido un aborto espontáneo, pero que aún quedaban restos, cosa que me pareció lógica puesto que todo acababa de suceder y el cuerpo aún no había tenido tiempo de terminar el proceso.

Me dijeron: muy bien vamos a conservar la cita que tienes para que ingreses a quirófano el lunes y te sometas al legrado. Así eliminaremos los restos. Pregunté nuevamente si había otra posibilidad de hacerlo, puesto que ya mi cuerpo había hecho la parte más importante del trabajo y el resto sería cuestión de tiempo. La respuesta fue directa: ¿y para qué te quieres esperar? ¿Tienes miedo a entrar en quirófano? Un legrado es rápido y sencillo.

Yo no les di opción, pues sabía que nada malo me sucedería y que solo debía alarmarme si tenía fiebre o si el sangrado olía mal. Ellos mismo me lo confirmaron. Finalmente, accedí a que me pusiera las cuatro pastillas de Cytotec para que la expulsión de los restos fuera más rápida y, en teoría, evitar posibles complicaciones.

La persona que me atendió me dijo: las pastillas te van a provocar contracciones para dilatarte y son dolorosas, así que tómate ahora este ibuprofeno para que evites el dolor. Yo no lo hice, pues pensé que si me dolía , me lo tomaría y si no, no tendría porque hacer falta.

Nos fuimos a casa y no tuve ningún dolor ni sentí que las pastillas me ayudaran a hacer algo que ya no había hecho. Lo único diferente en mí fue una reacción alérgica que me salió en los ojos. Se me pusieron rojos e hinchados. No supe a qué atribuírselo, pero el prospecto del Cytotec dice que es un posible efecto secundario.

A la semana siguiente volví a la cita que me dieron en urgencias y vieron que había evacuado gran parte de los restos, pero que aún quedaba algo. Ellos, como es normal, tienen un porcentaje mínimo que si mal no recuerdo es el 16%, y según el protocolo me volvieron a decir que me tenía que someter a un legrado. Les dije que lo sentía mucho, que no lo haría. No entendía por qué no me dejaban esperar hasta mi siguiente menstruación, que sería el proceso normal del manejo expectante.

Me extrañó la pregunta de la ginecóloga cuando me dijo: ¿pero y cuándo te va a venir la regla? Le respondí asombrada: como comprenderá no lo sé… es la primera vez que esto me sucede, pero según entiendo deben pasar entre 4 o 6 semana aproximadamente para que vuelva a venir, pero cada cuerpo es distinto y cada uno tiene su propio ritmo. Pensé que una información tan relevante ella la debía saber, pero por supuesto no quise resultar pedante.

Volvieron a decirme que si no me sometía al legrado la única opción era ponerme nuevamente el Cytotec. Les comenté que tenía dudas de que las pastillas me hubiesen provocado la alergia en los ojos (aún se apreciaban restos en mi cara) y me dijeron: imposible, nunca hemos tenido un caso y el Cytotec no causa reacción de ningún tipo. Humildemente les dije que yo no era experta, pero que me había leído el prospecto y que aparecía como efecto secundario. La respuesta de la persona que llevaba “el mando” fue contundente: ¡pues no! Además, te vamos a poner sólo la mitad de la dosis.

Así que después de insistir, me pusieron las dos pastillas y me despacharon. Cuando íbamos llegando al parking para volver a casa, me llamaron de urgencias: oye perdona, es que necesitamos que vuelvas porque queremos verte y hacerte unas preguntas.

Volvimos y me esperaban dos personas, una de ellas me había atendido anteriormente (en su momento me pareció la única consciente y empática del equipo) y la otra debía ser una profesional con más experiencia: ¿te sientes bien? Respira profundo. Bien, pues te vamos a pedir que te quedes aquí en observación durante todo el día, porque queremos saber si tienes alguna reacción. Es que las pastillas sí pueden provocar alergia e incluso te pueden dificultar la respiración.

Yo no daba crédito a lo que oía. Me pareció indignante que, muy a pesar de mi insistencia, no consideraran esa posibilidad antes de ponérmelas (independientemente de que hayan sido las pastillas o no las verdaderas causantes de la reacción, es algo que por precaución no se debería omitir). Aún así agradecí que me volvieran a llamar y que hubiesen recapacitado.

Les dije que lo sentía mucho, yo no podía quedarme todo el día allí sin planificarlo, y mucho menos dejando sola a mi pequeña de dos años quien al final era quien iba a acarrear con las consecuencias. Por esa razón pedí que me las quitaran. Me sacaron las pastillas de la vagina y me lavaron.

Una semana después tenía cita con el ginecólogo, ya no en urgencias si no en planta. Para nuestra sorpresa no había ni un alma en toda la sala, sólo una doctora a la que le pregunté por la ginecóloga de las dos puertas siguientes y me dijo que no sabía nada, que le extrañaba la hora a la que me habían citado. Tuvimos que bajar a recepción y pedir una nueva cita. No nos dieron ninguna explicación coherente por la ausencia del personal.

La siguiente cita ya era para la semana siguiente. Finalmente me vio una ginecóloga empática y acorde. Me informó que todo estaba correcto, que seguía teniendo restos, pero que no me preocupara porque con mi próxima regla o incluso la siguiente, ya se terminaría de limpiar todo. Era simplemente una cuestión de tiempo y paciencia. ¡Efectivamente así fue!

Mi proceso fue lento, pero seguro. Entiendo que el personal que trabaja en los hospitales prefiera sugerir cómo primera opción lo que para ellos supone menos riesgo. Además en las urgencias se trabaja con mucha presión y es comprensible que a veces el trato no es el que uno en ese momento espera. Sin embargo, creo que deberían ser más respetuosos e informar y apoyar las otras opciones que son igual de seguras.

A mí este proceso me sirvió y me ayudó en muchas formas. Me permitió conocerme un poco más a mi misma, a aceptar y vivir la experiencia de una forma más natural. Nos ha unido aún más como familia y nuestra recuperación psicológica fue mucho más rápida, porque nos permitió despedirnos a nuestra manera de ese ser que aunque nunca existió físicamente estuvo alimentando nuestra ilusión durante tres meses.

Hoy me siento bien y agradecida con el mundo. ¡Tenemos un bebé arcoíris que viene en camino y seguirá llenando de color nuestras vidas!

Mucho ánimo a todas las que han pasado por esta dura y difícil experiencia.

Nunca es tarde para volverlo a intentar, si así lo deseas!

Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

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3 COMMENTS

  • Estel·la Prado

    Gracias p compartir tu experiencia! Yo tengo la noticia de nuestro aborto retenido desde hace 4 días, y como dices nadie me explicó que había esta opción, aunque yo la sabía previamente. Y aquí estamos, respirando, esperando, haciendo duelo, entendiendo, con tristeza y rabia, pero también con aceptación.

  • Rocio

    Hola mi nombre es Rocio y después de mucho navegar me encontré con este relato que pareciera que esta escrito para mi. Mi situación es tal cual la que tuviste y me he llenado de miedos y angustias que no puedo controlar. El manejo expectante esta siendo para mi muy difícil porque esta siendo lento y lleva dias.
    Siempre pensé desde que me dijeron que era un embarazo anembrionario que no queria que fuera antinatural. Es por eso que decidi a esperar que comenzara solo.
    Ahora que te leo siento que no tengo que tener miedo y tomarlo como un proceso, lento por cierto, pero que tiene su camino.
    Gracias por compartir tu experiencia, y aqui seguiré esperando que mi cuerpo haga su trabajo

    • Johannes Ruiz Pitre
      AUTHOR

      Rocío, te entiendo tanto! Te abrazo y deseo, que te dentro la situación por la que estás pasando, puedas llevarlo lo mejor posible, que pase pronto y puedas vivir tu duelo con naturalidad. ❤️ Mucho amor para ti

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