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Embarazo y Maternidad

Alimentación y conexión positiva

conexión positiva

Desde el primer momento en que sabemos que esperamos un bebé, nos enfocamos en darle lo mejor de nosotros mismos y de que todo lo que esté en su entorno sea en pro de su beneficio. Queremos que duerma cómodo, que pasee en un coche de bebé cómodo, que use la ropa adecuada, que no pase ni frío ni calor y por supuesto, que se alimente bien y esté saludable. 

El momento de alimentar a nuestro bebé es muy especial, es uno de los momentos donde conectamos con él. Está cobijado en nuestros brazos, sintiendo nuestro calor corporal, nuestro cariño y a su vez, alimentándose. Es un momento muy significativo y especial independientemente de cómo hayas decidido alimentarlo, siempre siempre lo haremos con mucho amor.

El regalo de la lactancia materna

La leche materna será el alimento ideal para el bebé desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida, ya que además de aportar todos los nutrientes necesarios e ir modificando su composición para ajustarse al crecimiento y a las demandas de esta etapa, aportará beneficios tanto para el bebé como para la madre.

La OMS recomienda dar lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses y, a partir de ese momento, mantener la lactancia complementaria hasta los 2 años. Tras cumplir esta edad, la madre y del niño decidirán cuál será el momento adecuado para realizar el destete.

La leche humana

Para poder adaptarse a los requerimientos nutricionales e inmunológicos del bebé a medida que va creciendo, tendremos: la leche del pretérmino (bebés prematuros), el calostro, la leche de transición y la leche humana madura.

  • El calostro es el líquido que produce la madre cuando acaba de dar a luz. Contiene menores cantidades de lactosa y grasa que la leche madura y mayor contenido de proteínas y vitaminas A, D, E y K, carotenos y minerales como zinc y sodio. El calostro es suficiente alimento para los primeros días del recién nacido y, además de nutrientes, confiere anticuerpos que protegen contra la infección y la alergia y elementos que ayudan a madurar el intestino.
  • La leche de transición es la que se produce entre el calostro y la leche madura, y su composición cambia desde el séptimo día hasta quince días después del parto. En esta, los niveles de lactosa y grasas aumentan, aumentando el valor calórico total, por lo que el recién nacido quedará más saciado y las tomas se irán espaciando poco a poco.
  • La leche materna madura es secretada por las glándulas mamarias a partir del décimo día tras el parto. La composición proteica de la Leche Materna es única, predominando la proteína sérica sobre la caseína y aportando elevadas cantidades de cisteína y taurina, aminoácidos esenciales en los recién nacidos. Contiene lactoferrina, lisozima e inmunoglobulina A secretora, que son proteínas inmunológicamente activas, resistentes a la actividad de enzimas y constituyen la primera línea de defensa en el tracto gastrointestinal. También aporta ácidos grasos monoinstaturados y poliinsaturados necesarios para la formación del cerebro, lactosa que facilita la absorción del calcio y del hierro y protege el intestino, vitaminas, minerales, enzimas y hormonas.

Beneficios para el bebé

A continuación revisaremos los beneficios que le aporta la lactancia materna al bebé:

  • Le ayuda a fortalecer su sistema inmune y lo protege de enfermedades. Al nacer, el sistema inmune del bebé aún es inmaduro por lo que no es capaz de defenderse de ciertos ataques de manera eficaz. Es aquí en donde podemos encontrar un beneficio de la leche materna que no encontraremos en la fórmula y que no sólo resulta de gran importancia en los primeros 6 meses de vida, sino que también seguirá siendo un gran apoyo para el bebé hasta los 2 años de edad o el momento en que se realice el destete. La leche materna aporta factores inmunitarios como inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima y linfocitos vivos, que protegerán al bebé tanto a nivel del intestino, en donde evita la absorción de antígenos alimentarios y promueve el desarrollo de tolerancia, como a nivel general en donde previene infecciones y disminuye el riesgo de padecer enfermedades alérgicas como rinitis alérgica, dermatitis atópica o asma.
  • El contacto piel con piel (madre-bebé) facilita al bebé el mantenimiento de una temperatura adecuada, así como la regulación de su frecuencia respiratoria y cardíaca. Además, promueve el desarrollo de un vínculo de apego saludable y duradero entre la madre y el bebé.
  • Reduce el riesgo de muerte súbita. Estudios sugieren que el 22% de muertes neonatales podrían evitarse si los bebés inician la lactancia en la primera hora tras el parto.
  • Disminuye el riesgo de enfermedades respiratorias, gastrointestinales e infecciones de las vías urinarias. Los niños alimentados con leche materna han demostrado enfermarse menos de neumonía, infecciones respiratorias bajas, otitis media, diarrea, enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras afecciones. – Promueve la inteligencia a través del aporte de ácidos grasos esenciales y del mejor desarrollo psiconeural dado por una mayor estimulación.
  • Disminuye el riesgo de padecer obesidad en la infancia y vida adulta ya que permite un mejor control de la saciedad y se ha relacionado a niveles de ganancia de peso más adecuados durante la etapa de lactancia.

Beneficios para la madre

Porque los beneficios no son sólo para el bebé, vamos a revisar las ventajas que la lactancia materna le aporta a mamá:

  • Mayor esparcimiento de los embarazos al actuar como un anticonceptivo natural gracias a los cambios hormonales provocados por la succión. A mayor succión, mayor eficacia.
  • Favorece la pérdida de peso y la recuperación del peso que se tenía antes del embarazo.
  • Cuando la lactancia se inicia en las primeras horas tras el parto, el útero recupera el tono y el tamaño previo con mayor rapidez, disminuyendo el sangrado postparto. En este caso además se reduce la incidencia de depresión postparto.
  • Menor riesgo de padecer enfermedades como diabetes tipo 2, cáncer de mama, artritis reumatoidea, entre otras.
  • Menor ausentismo laboral ya que los bebés alimentados con leche materna se enferman menos.
  • Beneficios económicos ya que es gratuita, y cuida el medio ambiente ya que no necesita envases.

Por todas estas razones, instaurar la lactancia materna desde el nacimiento y mantenerla por al menos el primer año de vida beneficiará tanto a la madre como al bebé, y para que esto pueda cumplirse es de vital importancia que las futuras madres que decidan alimentar a sus hijos con lactancia materna estén informadas y reciban la atención necesaria en todo el proceso.

Alimentación en los primeros meses de vida: Fórmulas infantiles

La OMS recomienda la lactancia materna como la mejor opción para alimentar a nuestro bebé. Sin embargo, por diversas y respetables razones, a veces la madre decide no dar pecho y por ello, existen leches de fórmula infantil adaptadas a las necesidades de cada bebé que le garantizan que crezcan sanos y fuertes.

Se entiende como fórmula infantil el producto en forma líquida o en polvo que se utiliza, cuando es necesario, como sustituto de la leche humana para así satisfacer los requerimientos normales de los lactantes.

A pesar de que su composición es diferente a la de la leche materna, las fórmulas infantiles pueden cubrir los requerimientos nutricionales de los lactantes y asegurar así un adecuado crecimiento y desarrollo hasta los 6 meses. A partir de esta edad pueden cubrir parte de los requerimientos y actuar como complemento de la alimentación.

Cuando sea necesario el uso de sucedáneos de leche materna, se debe orientar a los padres para que conozcan las distintas fórmulas que existen en el mercado y permitir la toma de decisiones con base en una información adecuada.

Existen 3 indicaciones para ofrecer fórmulas infantiles:

  1. Sustituto o complemento de lactancia materna, en aquellas madres que han decidido no lactar a sus bebés.
  2. Sustituto de lactancia materna, cuando el amamantamiento esté medicamente contraindicado.
  3. Suplemento de la lactancia materna cuando el progreso pondo-estatural no sea adecuado.

Las fórmulas infantiles, al igual que la lactancia materna, aportarán proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y otros nutrientes. Las cantidades de estos nutrientes variarán según el tipo de fórmula y generalmente se encontrarán en mayor proporción que en la leche materna para compensar la posibilidad de la baja disponibilidad (que sea más difícil digerirlos y absorberlos por el bebe).

Podemos encontrar las formulas infantiles en tres formas: líquidas y listas para ingerir, concentrada líquida y en polvo. La composición de estas presentaciones es similar en contenido, pero pueden presentar pequeñas variaciones según los procesos que siga cada fabricante. Además, existen fórmulas con composiciones especiales para aquellos niños que presentan alteraciones digestivas o metabólicas y fórmulas complementarias que pueden utilizarse en trastornos nutricionales; éstas deberán ser indicadas por el especialista en nutrición infantil, quien determinará el balance y los requerimientos de la dieta del niño que amerite una alimentación especial.

Según las necesidades de cada lactante, podremos ofrecer:

Fórmula estándar de leche de vaca: Es la fórmula que más se consume en esta edad (0-12 meses) por niños de todo el mundo y como su nombre lo indica, se obtiene de la leche de vaca. Las proteínas de esta leche (proteína sérica y caseína) se modifican para hacerla más fácil de digerir, ya que nuestros bebés no podrán tolerar la leche de vaca entera hasta haber cumplido el año de edad.

El aporte de carbohidratos se logra a través de la lactosa y el de grasas suele provenir de aceites vegetales que se adicionan o de una mezcla entre aceites vegetales y animales, lo que se hace con la finalidad de mejorar su digestibilidad. El perfil de estos nutrientes se mantiene en constante revisión y trata de asemejarse a los encontrados en la leche humana.

Además, a estas fórmulas suelen agregarse nutrientes como aminoácidos, ácidos grasos omega 3 y 6, vitaminas y minerales, prebióticos, entre otros.

Fórmula sin lactosa: Son similares a las fórmulas de inicio pero se sustituye la lactosa por glucosa u otros azucares para poder ofrecerla a los bebés que sufren de intolerancia a la lactosa, déficit de disacaridasas, gastroenteritis aguda (en donde puede darse por 2-3 semanas hasta que mejore el cuadro), o síndromes de malabsorción.

Fórmula antirreflujo: Se indican en niños con reflujo gastroesofágico leve o moderado. Contienen espesantes como almidones de maíz o arroz que aumentan la viscosidad de la leche, su aporte de proteínas se basa principalmente en la caseína para contrarrestar el ácido del estómago y tienen menor contenido de grasas para facilitar el vaciamiento gástrico. No existe evidencia científica de su efectividad y pueden enmascarar síntomas de alergia a la proteína de leche de vaca que haría más difícil su diagnóstico.

Fórmula de soja: Se obtienen de la leguminosa (soja) por ser esta una fuente importante de proteína vegetal. Esta proteína es modificada para facilitar su digestión y se le agregan aminoácidos como metionina o taurina para que se asemeje al aporte de la leche humana. No contiene lactosa y en su lugar se suele agregar sacarosa, almidón de maíz u otras combinaciones de carbohidratos.

Esta fórmula contiene aluminio en mayor cantidad que la leche humana o de vaca y además contiene isoflavonoides y Fitoestrógenos, cuyos efectos no han sido estudiados a largo plazo.

Las indicaciones conocidas de las fórmulas de soya son: que existe la necesidad de retirar la galactosa (galactosemia) y/o intolerancia severa a la lactosa, que los padres sean veganos y se nieguen a la ingesta de proteínas animales, y el tratamiento de algunas alergias alimentarias, aunque este último punto resulta controvertido debido a que muchos bebés alérgicos a la proteína de la leche de vaca resultan también alérgicos a la proteína de la soya.

No se recomienda su uso en prematuros, en casos de gastroenteritis aguda ni en bebés que sufran de reflujo o cólicos.

Fórmula hipoalergénica: También conocidas como fórmulas hidrolizadas de proteína de vaca, en estas fórmulas las proteínas se descomponen en partículas de menor tamaño para facilitar su digestión y minimizar el riesgo de aparición de alergias. Dentro de estas fórmulas existe un grupo llamado hipoantigénicas en los que la proteína se hidroliza completamente. Se indican en casos de alergia a la proteína de leche de vaca, enterocolitis por alergia a la proteína de leche de vaca o de soya o síndromes asociados a malabsorción de nutrientes.

Fórmula semielemental: En esta fórmula, la proteína de la leche de vaca se descompone completamente hasta resultar en péptidos que no desencadenan respuesta inmunológica y aminoácidos libres. Está indicada en lactantes con alergia severa a la proteína de leche de vaca, síndrome de malabsorción significativa, y en prematuros. Sus desventajas son que suelen ser de mal sabor, alto costo y que pueden ocasionar diarreas (por alta osmolaridad). Existen fórmulas que sólo aportan aminoácidos y que siguen siendo estudiadas como alternativas en casos de hipersensibilidad extrema a la leche de vaca.

Fórmula para bebés prematuros: Fueron desarrolladas para cubrir las necesidades de los niños pretérmino o de bajo peso al nacer para su edad gestacional. Estas fórmulas provienen de la leche de vaca y se caracterizan por un mayor aporte de proteínas (mayor cantidad de proteína sérica que de caseína), calorías, vitaminas, minerales, y grasas (triglicéridos de cadena media)  que se absorben más fácilmente.

Fortificadores de la leche humana: Este producto tiene la finalidad de mejorar el aporte calórico de la leche humana, adicionándolo a la leche materna para garantizar una adecuada nutrición en lactantes con necesidades especiales.

Fórmulas especiales: Están indicadas en lactantes que padecen algún error innato del metabolismo y en éstas se restringe o elimina el compuesto que desencadena la patología. Aquí podemos mencionar la fórmula restringida en fenilalanina indicada para la fenilcetonuria, fórmula sin fructosa en caso de fructosemia.

Fórmulas de seguimiento y continuación: Son fórmulas fortificadas con el fin de cubrir los requerimientos de los lactantes mayores de 6 meses y hasta los 3 años.

Tras revisar la gran cantidad de fórmulas disponibles, es importante recordar que no habrá mejor alimento para nuestros niños menores de un año que la leche materna y que en aquellos casos en los que no sea posible ofrecerla o en los que se siga considerando ofrecer fórmula, esta decisión debe consultarse previamente con el pediatra y el nutriólogo o nutricionista clínico pediátrico, quienes considerarán el estado de salud, la edad y las necesidades nutricionales del lactante y recomendarán lo que sea más adecuado para cada caso.

No olvidemos que independientemente de la decisión que se tome de cómo alimentar a nuestro bebé, lo más importante es en ese momento se haga con mucho amor.


Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

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