Cuando un bebé esta recién nacido una de las cosas que más le tranquiliza es colocarlo sobre el pecho de mamá y es que al momento de nacer, cuando están malitos o cuando están simplemente inquietos, es recomendable ponerlo sobre el pecho, no solo por el contacto piel con piel sino también por esa “música” agradable y que le es tan familiar que viene escuchando desde que se desarrolló su oído en el vientre de mamá: El corazón de mamá.
En mi caso particular, con mi hija mayor no la pude tener en mi pecho al momento del nacimiento por determinadas circunstancias, pero creédme que no he perdido la oportunidad de desquitarme poniéndola todas las veces que han sido posibles en mi pecho. Y lo sorprendente es que aún a día de hoy, ya con más de 2 años, tengo en mi pecho (el sonido de mi corazón) el mismo ‘poder’ tranquilizador que la relaja hasta en los momentos de arduas crisis o de esos conflictos que tienen los bebés, aquellas noches de dientes o de alguna fiebre, sencillamente es la mejor de las medicinas.
Es muy bonito saber que un cuerpo puede emitir por sí solo un sonido musical que transmite paz, seguridad y tranquilidad a otro ser humano, son esas cosas que simplemente están pero que son increíbles.
Y para ser justos también me gustaría comentar el sonido de otra música que está en el top del ranking musical de los bebés, aquella que suena cuando no está el corazón de mamá y es la música del corazón de papá. Porque aunque los bebés no hayan tenido esa referencia del corazón de papá desde su gestación, la naturaleza es sabia y tiene caminos alternos para compartir determinadas situaciones. En definitiva también el ‘pum, pum’ del corazón de papá es una música maravillosa para calmar y dar seguridad a nuestros bebés.

Leave a Comment