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Embarazo y Maternidad

Embarazo Anembronario ¿Qué es?

Un embarazo anembronario ocurre cuando un óvulo fecundado se adhiere a la pared uterina, pero el embrión no se desarrolla. Las células se desarrollan para formar el saco del embarazo, pero no el embrión en sí. Un óvulo afectado se produce en el primer trimestre, a menudo antes de que una mujer sepa que está embarazada. Un alto nivel de anormalidades cromosómicas generalmente provoca que el cuerpo de una mujer se produzca un aborto natural.

Embarazo Anembronario: Mi experiencia

Hoy  finalmente he decidido escribir este relato, después de que ha pasado tiempo desde que sufrí mi pérdida. Hasta ahora no he sentido necesidad de hacerlo y sé que muchas personas deseaban saber lo sucedido, pero algo me decía que no era el momento.

Todo comenzó a finales de mayo. Una noche me levanté y noté que tenía pequeñas manchas de sangre en mi ropa interior,  a lo cual no di demasiada importancia, puesto que había leído que cuando se tiene relaciones sexuales es muy frecuente tenerlas y, justo había sido el caso. Sin embargo, pasaron dos días y las manchas seguían y como noté que la cantidad era un poco mayor que al inicio, decidí acudir a urgencia.

Mi marido y mi pequeña me acompañaron, pero ellos se quedaron jugando en el parque mientras yo iba a la consulta. Yo, como es natural en mi, iba muy tranquila y confiada de que nada malo sucedía.

En urgencias siguieron el protocolo habitual, tomaron nota de mis datos y de los síntomas y me pasaron para que me hicieran una ecografía. Durante la eco pude notar que las personas que me estaban atendiendo (muy jóvenes todas), no entendían muy bien lo que veían y decidieron pasarme a otra sala cuyo equipo de ecografía, según entendí, tenía mejor resolución.  Una vez en la nueva sala, seguían sin decirme nada y con cara de no entender lo que había en la pantalla con lo cual llamaron a otra persona que se notaba que tenía más experiencia, ésta  al acercarse e indagar dijo: pues nada, es que no hay bebé… y se fue por donde vino.

Yo tendida en la camilla con las piernas abiertas y sin esperar nada de lo sucedido, pregunté tímidamente: ¿cómo que no hay bebé? A lo que me dijeron, pues no, no hay, está todo en su sitio (por eso dudaron tanto al ver la ecografía), pero nunca ha habido bebé. Se trata de un embarazo anembrionario y tienes que someterte a un aborto, lo sentimos. Vístete y ven para que firmes la autorización.

Así que aún en shock, me vestí y me senté, mientras la persona de turno me decía: esta es la autorización que tienes que firmar, mañana tienes que venir en ayunas e ingresar a las 8.00 de la mañana para que puedas someterte a un legrado. A continuación explicó escueta y brevemente lo que significaba y las “opciones” que tenía: tienes dos alternativas ponerte unas pastillas para que te pongas de parto y esperar a expulsarlo o someterte al legrado que es una cosa sencilla y rápida. Nosotros te aconsejamos someterte al legrado puesto que así se pueden recoger muestras y hacer estudio de lo que expulses. Sin más información y sin saber qué decir, firmé.

Me fui con una tristeza enorme y con dos pastillas de Cytotec en el bolsillo que debía ponerme al día siguiente a las 6.00 de la mañana, dos horas antes de ingresar para la intervención. Cuando vi a mi marido venir sonriente a mi encuentro, no me salían las palabras… Nos fuimos a casa con una extraña sensación de no saber muy bien qué había pasado. Decidimos entonces pedir más información e ir a otra urgencias para una segunda opinión, motivados seguramente por la esperanza de que no hubiesen acertado con la interpretación de la confusa ecografía.

Entretanto, llamé a una amiga con la que había acudido a unas charlas facilitadas por la asociación El Parto es Nuestro y fue ella quien me habló del manejo expectante. Yo no tenía mucha información al respecto y comencé a indagar por la redes. Leí que consistía en esperar a que el cuerpo se haga cargo del proceso de forma natural y sea  él mismo el que desencadene la eliminación de los restos, pasando por un proceso físico similar a un parto, con expulsión del tapón mucoso, contracciones y expulsivo, sin pasar por quirófano y someterse a una intervención si no es necesario.

Me sentí más identificada con esta opción y antes de ir nuevamente a urgencias en otro hospital en busca de otra opinión, me informé y llevé las dudas apuntadas. En urgencias de este hospital me atendieron bastante tarde. Una de las principales razones fue porque venía de otro centro en donde ya me habían visto, lo cual para ellos no era una urgencia real y dieron prioridad a otras pacientes. Cuando finalmente me atendieron eran casi las 12.30 de la noche y lo primero que me preguntaron fue por qué razón había acudido allí si ya me habían visto en otro sitio. Tengo que decir que me decepcionó mucho la pregunta puesto que si tienes dudas sobre interrumpir la vida de tu hijo, porque cabe la posibilidad de un margen de error, es algo que no se debería ni cuestionar.

Después de hacerme las revisiones correspondientes y de haber llamado a las más expertas de la sala para confirmar las dudas que tenían con relación a lo que arrojaba la ecografía, corroboraron que efectivamente se trataba de un embarazo anembrionario.

Me dijeron que me tenía que someter al legrado y que ingresara al día siguiente tal y como me habían indicado en el otro hospital. Pregunté qué me podían decir acerca del manejo expectante y si esa podría también ser una opción para mí. La respuesta fue contundente: “hombre puedes elegir eso si quieres, pero te puedes desangrar en casa e igual tendrás que ir a urgencias y someterte al legrado”. Me quedé sin palabras…

Llegamos a casa casi a las 2 de la mañana y nos fuimos a la cama sin cenar, muy confusos,  cansados tristes y preocupados, dándole vueltas a la cabeza porque queríamos tomar una decisión.  Finalmente no sonó el reloj a la hora indicada y nos sirvió como buena señal para llamar al hospital y anular la intervención, pues yo no estaba preparada, ni física ni psicológicamente para ingresar a un quirófano y mucho menos sin haber descansado.

Yo no me negaba a hacerme el legrado si realmente era necesario, pero quería tomarme mi tiempo para pensarlo y, afortunadamente al ser fin de semana, me dieron una nueva cita para el lunes. Esto fue un alivio para mí porque tendría un par de días para meditar sobre qué quería hacer.

Finalmente, ese mismo día viernes 1 de abril por la noche, mi cuerpo sabio supo decidir y comenzó el solito todo el proceso, relajado y sin presión. Así comenzó mi propio manejo expectante. Decidí no pensar en el miedo que me habían inculcado en el hospital y elegí pensar en mis fortalezas como mujer y en mi propias capacidades naturales.

Fue una noticia muy dolorosa saber que ese bebé de casi 12 semanas que esperaba con tanto anhelo no se formó en mi vientre y que todo fue una ilusión momentánea.  También fue duro sentir que en algunos centros de salud pública hay ausencia de empatía, sensibilidad y respeto por las madres que sentimos el dolor de perder un hijo (porque aunque no se haya formado en mi ilusión siempre estuvo). Confiamos a pie puntilla en los profesionales a los que entregamos nuestro cuerpo y nuestro miedos, pero muchas veces también debemos confiar en nosotras, informarnos y buscar con nuestras dudas y preguntas el apoyo de esos verdaderos profesionales que sí están dispuestos a ayudarnos en situaciones como estas. Estoy convencida de que son muchos los que tienen verdadera vocación, para los cuales no somos sólo un número asignado ni un protocolo a seguir.

Espero os pueda ayudar en algo mi relato.

Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

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