Search here...
0
TOP
Crianza Positiva

Emociones ¿qué haces con ellas?

emociones niños

A veces nos cuesta expresar nuestras emociones. Evitarlas, en ocasiones hace que al final explotemos y las consecuencias no sean agradables.

“Siento ira”.

“No sé que me ocurre”.

“Grito a mis hijos”.

“No me puedo controlar”

¿Te ha pasado alguna vez?

¿No sabes que te pasa?.

¿Te has encontrado mal o te encuentras mal y no sabes por qué?.

¿De dónde viene esa ira y esos gritos que a veces damos a nuestros hijos sin poder evitarlo?.

Es posible que alguna vez te hagas estas preguntas.

Al cabo del día vivimos muchas situaciones que crean en nosotros a veces malestar, a veces alegría, a veces parece que no pasa nada y luego resulta que sí…

Normalmente vamos tan rápido en nuestro día a día que no nos da tiempo a expresarnos adecuadamente. Se nos olvida vivir el presente o nos dejamos llevar por la corriente. Nos ocurre especialmente cuando se trata de algo negativo, como puede ser un enfado. Estamos acostumbrados desde pequeños a que nos digan que no nos enfademos. Siempre nos han dicho que enfadarse está mal, que eso que nos pasa no es para tanto, que no hay que ponerse así. En resumidas cuentas que enfadarse es algo muy malo, al igual que demostrar tristeza cuando lloras. Seguro que también te suena ya sea por haberlo dicho alguna vez o por escucharlo, “no llores, que eso no es nada”. O ya si se trata de un niño, “no llores, que los niños no lloran”.

¿Qué haces con tus emociones?

El caso es que vamos acumulando sentimientos y en ocasiones llega un día en el que te encuentras con problemas, no sabes qué te ocurre, pero te das cuenta que algo no va bien. Tú no estás bien.

La mayoría de las veces no estás bien porque no dejas o no has dejado salir la emoción, lo que sientes. Has elegido usar tu parte lógica y dejar la parte emocional a un lado, dejando pendiente emociones, sentimientos, sensaciones, pensamientos y pedazos de tu vida sin expresar. Esa no expresión es el gran problema con el que muchos de nosotros nos encontramos.  Algo que a veces hace que no podamos vivir y disfrutar nuestro presente plenamente porque tenemos “problemas sin resolver”.

Por ejemplo, cuando un niño tiene una mala experiencia, como puede ser presenciar una gran pelea entre sus padres, un examen suspenso, o una situación desagradable, a veces y con buena intención para no “hacerle sufrir” le distraemos con alguna otra situación, como puede ser después de presenciar la pelea, decirle que no ha pasado nada y llevarle al parque o comprarle un juguete. Así estamos evitando que exprese lo que siente, que explique lo que para él ha supuesto, que puede que lo necesite o puede que no, pero es nuestra labor como padres dejarle hacerlo si él quiere, aunque sin obligarle. Si no lo hace puede desencadenar en problemas de mal comportamiento, trastornos en el sueño, cambios en su forma de actuar, que no tiene que ser necesariamente una rabieta, pero sí puede que se comporte de manera diferente,  como que se muestre  menos comunicativo y más encerrado en sí mismo de lo habitual.

Por nuestra salud emocional y porque tenemos el derecho, debemos poder expresar nuestras emociones. Tanto de niños como de adultos.

Si nuestro hijo presencia una pelea desagradable, un accidente, sufre una pérdida de algún familiar cercano, podemos acompañarle en su proceso hasta que salga toda la emoción que necesite salir. Si ya lo ha vivido, con distraerle con otra cosa no conseguiremos que no sufra. Solo lo aplazaremos y lo enquistaremos. Si para ello necesita explicaciones, o quiere hablar y contar lo que ha sucedido y ha presenciado, necesita llorar, estar triste o enfadarse por lo ocurrido, podemos dejarle hacerlo para que no lo guarde dentro y lo reconozca como un suceso más de la vida. Que entienda que no pasa nada por demostrar lo que siente. Que asimile la situación y que no se genere un bloqueo en su mente que le suponga después algún problema. Que a lo mejor no es inmediato, o lo mismo no ocurre nada, pero puede que incluso salga a la luz cuando sea adulto y ni siquiera sepa el porqué, ni de dónde viene, por ni siquiera recordarlo. Algo que puede haber sido simple pero que de pequeños no hemos entendido, expresado y sentido, sino que lo hemos dejado de lado, de adultos aparece cuando menos lo esperamos, porque sigue estando ahí. Dentro de nosotros, en nuestra memoria interna, esa que no sabemos lo que tiene dentro, pero que está repleta de recuerdos.

Algo muy importante que podemos hacer para que nuestros hijos demuestren sus emociones  es respetarles y no coartarles a la hora de demostrar un enfado, de demostrar su ira o de llorar a moco tendido porque se le ha roto su peluche preferido. Esto no significa que debamos convertirnos en padres permisivos y que en un momento de ira debemos dejar que arremeta a golpes contra nosotros. Para ello es importante enseñarle y acompañarle para que comprenda qué puede hacer cuando sienta esa ira y qué puede hacer con ella que no sea pegar a papá o a mamá. Podemos enseñarle a sacar su ira si lo necesita hacia otras cosas  y ponerle nombre a lo que siente, con Disciplina Positiva podemos hacerlo.

¿ Y si les acompañamos en su emoción en vez de querer ocultarla?

Y por supuesto no menos importante es hacerlo nosotros también. A veces nos cuesta decirles a nuestros hijos que estamos enfadados porque hemos tenido un mal día en el trabajo o incluso que lo que estamos es enfadados porque no han parado en todo el día. Que no significa que hayan hecho nada mal  y tengamos que culparles de nada, pero sí podemos decirles que estamos agotados y una cosa  lleva a la otra. Podemos ser sinceros. Cuando sientas esa ira que te hace descargar con tus hijos atiéndela. Tienes que darte la atención que mereces para evitar pagarlo con los que más quieres. Esa ira que sientes responde a una necesidad que es importante que localices y que soluciones. Tienes el derecho a tener necesidades. No es nada malo. A veces simplemente es una necesidad de descanso lo que te hace sentir mal. Otras veces va más allá y viene de algo más lejano que te haya podido ocurrir y tengas guardado, pero sea lo que sea puedes localizarlo y solucionarlo.

No pasa nada si demostramos a nuestros hijos lo que sentimos y nuestras emociones. No hay motivos para ocultarlo.

Si cuando estamos mal y ellos lo preguntan les contamos lo que nos ocurre probablemente ellos también lo hagan porque aprenden que no es malo hacerlo y que no es malo demostrar lo que nos pasa.

Hay cosas que nos puede costar más explicar porque para un niño de 2 años puede ser complicado entender que significa no llegar a final de mes. Pero si va a entender que el enfado no es con él.

¿Crees que estás impidiendo que tu hijo demuestre sus emociones?

¿Tú lo haces?

¿Crees que puedes mejorar la relación con tus hijos si lo haces?

¿Tienes algún recuerdo de alguna emoción no expresada que a día de hoy te esté pasando factura?

Se sincero en tus respuestas, son solo para ti.

Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

«

»

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.