Las rabietas son una explosión de emociones. Es como una especie de descarga emocional y se le considerada normal durante el desarrollo de los niños en edades comprendidas entre 1 y 4 años (todo depende del temperamento del niño, del entorno en el que crece y de la respuesta de sus padres ante estas situaciones).
Las rabietas o los berrinches se presentan porque los niños tienen la necesidad de hacer más cosas por ellos mismos. Se van sintiendo mayores, capaces… ¡y explorar el entorno resulta muy interesante! Su cerebro va desarrollándose poco a poco, así como sus capacidades físicas, motoras, intelectuales y lingüísticas aún no están 100%, esto les produce rabia, miedo o frustración al momento de realizar algo nuevo o aquello en lo cual apenas está experimentando.
Cuando se inicia una rabieta, el cerebro de nuestro hijo se inunda de sustancias y hormonas estresantes como el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina lo que hace que sus sentidos queden fisiológicamente bloqueados. Es decir, que en su máximo apogeo (durante la rabieta) los niños no pueden escuchar, entender ni razonar lo que los adultos les decimos o indicamos hacer en ese momento.
¿Cómo se manifiestan las rabietas?
Las formas más comunes son:
- Llanto excesivo
- Gritos
- Patadas
- Golpes
- Tirarse al suelo
- Romper/tirar cosas
- Contorsiones cosporales
- Pegarse a sí mismo
- No obedecer y desafiar
- Brazos cruzados, ceño fruncido, dientes apretados
Cuando un niño se encuentra en plena descarga emocional haciendo una o varias de las cosas que os comentamos en este listado, es necesario esperar a que simplemente pase esa tormenta de emociones para poder hablar con ellos en la calma (cuando sus emociones estén estables).
Lo más difícil de todo el proceso (por lo mismo la clave del éxito para guiar las rabietas) es lograr que tú conserves la calma y permanezcas centrado para saber qué hacer, qué decir y cómo actuar.
Profundizando un poco más en neurociencias y en el comportamiento humano, podemos decir que los berrinches tienen origen en el cerebro medio o mamífero, a causa de la activación de uno o varios de los tres sistemas de alarma que son:
- El del miedo
- El de la ira
- El de la angustia de la separación.
A continuación veamos algunos ejemplos:
MIEDO
Cuando escucha un grito, un trueno que escucha por primera vez, el ladrido de un perro, el sonido de una moto, quedarse con alguien desconocido, son algunos ejemplos. Cualquier cosa o situación desconocida para nuestro pequeño.
IRA
Cuando no puede vestirse solo, cuando no se quiere ir del parque, no quiere bañarse, no quiere comer, recoger sus juguetes o cuando no le compran lo que quiere, son algunos ejemplos. Cualquier situación que le obligue a hacer algo que no desea o que no puede hacer por sí mismo.
ANGUSTIA DE SEPARACIÓN
Cuando se queda en la guardería/colegio, campamentos de verano, cuando tiene que quedarse con alguien que le cuida, son algunos ejemplos. Cuando el niño pierde de vista a sus figuras de apego.
Existen otros 3 factores importantes que disparan las rabietas, pero estos son fisiológicos y son muy comunes en esta etapa:
- El hambre
- El cansancio
- El aburrimiento
Otros factores que directa o indirectamente pueden desatar rabietas son los siguientes:
- Situaciones extraordinarias (mudanzas, muertes, cambios, divorcios, etc.)
- Estrés materno o paterno
- Inmadurez emocional o racional del niño para entender procesos
- Necesidad de reconocimiento y atención
- Falta de estructura y límites (un día se dice una cosa y otro día , otra)
- Incomprensión de su punto de vista, tiempos y necesidades.
Hay algo importante debemos entender a la hora de guiar de manera eficaz una rabieta: Debemos tener claro que una rabieta nunca debe ser el medio para conseguir un fin, es decir, no debemos ceder ante una rabieta que estalla.
Ejemplo: No puedes comprarle al niño todo lo que ve o quiere.
Ceder a comprar o hacer lo que el niño pide o quiere en ese momento, es algo usual que muchos padres suelen hacer por alguno de estos motivos:
- Vergüenza: con el entorno en el que se encuentra en el momento (cuando un niño hace una rabieta en un lugar público ciertamente no pasa desapercibido)
- Cansancio: (si, cuando estamos cansados y los peques tienen una rabieta muchas veces cedemos para no agotarnos más y poner punto final de manera rápida a la rabieta)
- Comodidad:(Comprárselo con tal de que se calle)
Recuerda: Estas respuestas no educan ni ayudan a tu hijo, sino que por el contrario, les enseña que de esa forma (con gritos, llantos, golpes, insultos, etc.) conseguirá lo que quiere en un momento determinado.
De igual manera, usar métodos autoritarios para tratar de controlar o aplacar una rabieta: Golpes, amenazas, gritos, retiro de privilegios, baños de agua fría, sacudirlos, mandarlos a la silla de pensar, etc. son métodos irrespetuosos que humillan a tu hijo y no lo ayudan sino que a la larga le perjudican.
Una actitud comprensiva y amorosa es la clave para dar seguimiento a estas tormentas emocionales.
El contacto físico y la empatía al comprender/validar sus sentimientos y sus etapas de desarrollo, hacen que los niños estén más propensos a “bajar revoluciones”. ¡Pero cuidado! Hay que tener en cuenta que no a todos los niños les gusta ser tocados o abrazados cuando están enojados y eso debemos respetarlo. En esos casos, tan solo debes permanecer cerca del pequeño para cuidar que no se haga daño a sí mismo, a los demás o a las cosas.
Disciplina Positiva y Rabietas
¿Qué puedo hacer cuándo mi hijo tiene una rabieta?
- Maneja el autocontrol: Respira y recuerda que eres el adulto modelo y el cómo tú respondas, impactará para mitigar o agrandar el berrinche.
- Aplica conexión antes que corrección: Esto es observar antes que actuar. Ver qué está sucediendo en ese momento para ver si puedes ofrecer una solución.
- Sé amable y firme al mismo tiempo: Sé empático con los sentimientos de tu hijo porque para ellos son sus sentimientos y son reales, pero si tú tienes una razón de peso por la cual no ceder ante un capricho (y entiéndase que digo capricho y no necesidad), mantente firme: “Entiendo que estás enfadado porque quieres ese dulce, pero en este momento no puedo comprártelo” ó “Entiendo tu enojo pero no permito que pegues”.
- Distráele u ofrece una alternativa: Activa el sistema de búsqueda del cerebro de tu hijo con preguntas: “Cariño, necesito de tu ayuda para terminar las compras. ¿Qué tal si metes en el carrito de la compra lo que te voy dando?”, o bien: “No puedes comer un dulce ahora mismo pero sí después de la comida”.
- Usa el tiempo fuera positivo: Esto es dar un respiro a la situación tanto para ti como para el niño. Para ello, lo puedes invitar a ir a su rincón de la calma si están en casa y habéis creado uno, o si estás en otro lado una opción es salirse del lugar o apartarle del bullicio.
- Educa en la razón: Este paso es crucial para fomentar la educación emocional de tu hijo, así que cuando la tormenta haya pasado tómale en brazos y habla con tu peque de lo que pasó.
- Entrena para una próxima vez: La etapa de berrinches puede durar algún tiempo y por ello tal vez tengas que repetir muchas veces lo que dices, pero el jugar o practicar situaciones simulando lo que pasará cuando tu peque tenga una rabieta, por ejemplo en un lugar público, te puede ayudar a acortar camino y sobre todo a que el niño entienda los procesos.
- Confía en el método, en ti y en tu hijo: La crianza respetuosa es el camino largo de la crianza, pero el efectivo. Cuando te sientas cansado o creas que no estás llegando a ningún lado, no tires la toalla. Piensa que criar a tu hijo de una forma respetuosa, amorosa y digna es la mejor manera de criar grandes seres humanos.
NO OLVIDES:
- Lo más importante es mantener el autocontrol, respira… respira, tu eres el adulto y el cómo actúes podrá reducir o agrandar la rabieta.
- Conecta con tu hijo, se amable, empático con sus sentimientos. Siempre que puedas, ofrécele una alternativa.
- Cuando haya pasado la “tormenta de emociones”; habla con él: ¿Qué ha sucedido cariño? ¿Cómo te sentiste?, ábrete a él con toda la confianza y cuéntale: te diré cóo me sentí yo (sin hacerlo sentir mal, sin hacerlo sentir culpable de lo que sentiste). Pregúntale: ¿Cómo puedo ayudarte a calmar cuando te sientas muy enfadado?
Tips positivos:
Lo ideal es que en un tono sin reproches y sin buscar culpables, hables con tu pequeño sobre lo sucedido, sobre los resultados y sobre las maneras adecuadas de pedir o hacer las cosas en una próxima oportunidad.
Los neurocientíficos han demostrado que cuando perdemos el control( cosa que nos sucede a todos los padres en muchas ocasiones), el cortex pre-frontal se desconecta y deja que el cerebro sólo se rija por las emociones y las sensaciones físicas. ¿Qué sucede entonces? Como todas las personas tenemos “neuronas-espejo”, cuando alguien se comporta emocionalmente, todo su entorno empieza a actuar del mismo modo. Esto es lo que debemos evitar en la situación de pataletas.
No olvides nunca que las rabietas y enfados son contagiosos y como padre no actuarás de la manera más correcta si estás enfadado.”

Leave a Comment