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Embarazo y Maternidad

¿Qué es la depresión posparto?

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Hoy en día, cada vez se escucha con más frecuencia hablar acerca de este término, estimándose la nada desdeñable estadística que nos dice que aproximadamente ocho de cada diez mujeres que tenemos un hijo, sufriremos en mayor o menor medida, síntomas de decaimiento anímico o depresión durante el embarazo y tras el parto.

Tener un hijo es una gran alegría, pero también produce en nosotras y en nuestras parejas, un cierto grado de estrés, el cual hemos de saber manejar cada día, y afrontar con los recursos de los que disponemos. No todas las mujeres tenemos que pasar por un estado de ánimo bajo, en ocasiones depende de varios factores, como por ejemplo nuestra edad, temperamento del bebé, apoyo con el que contemos, entre otros.

Cabe decir que la depresión posparto es diferente al «baby blues”, siendo este último de una intensidad y frecuencia mucho menor que la depresión posparto. Además, hay que añadir que los síntomas de depresión posparto pueden no aparecer necesariamente en las primeras semanas, sino más adelante.

Depresión Posparto

¿Cómo llegamos a esta situación?:

  • Cambio hormonal que tenemos durante el embarazo y tras haber dado a luz
  •  Tras el parto, nuestro estado cambia del día a la noche, nuestro cuerpo ha pasado de tener una tripa enorme a no tenerla, además, durante esos nueve meses, hemos sido nosotras las que hemos llevado en exclusiva siempre a nuestro hijo, una vez que damos a luz, entran en juego otras personas, que pueden tener diferentes hábitos o ideas a las nuestras acerca de la crianza. Con frecuencia nos proporcionan múltiples consejos no pedidos, y nos dan su opinión, siempre con la mejor intención posible, cuando más temerosas estamos de hacer algo por miedo a equivocarnos. La responsabilidad que sentimos es muy grande, y todo esto puede llegar a hacer que nos cuestionemos como madres.
  • Por otro lado, en algunas ocasiones puede que nuestro posparto tenga sus complicaciones y ello conlleve a una recuperación física más dura, y a que no nos podamos hacer cargo de nuestro hijo, tal y como hubiéramos deseado, lo que nos añade más dificultades emocionales (sentimientos de culpa, de impotencia…).
  • Nos enfrentamos al hecho de ser madre y no sólo mujer. Nuestra pareja se encuentra a nuestro lado, pero nos sentimos primero madre, ocupando nuestro nuevo rol, gran parte del tiempo y la pareja, al menos al principio, pasa a situarse en un segundo plano. Perdemos además la intimidad que teníamos, entrando en nuestro hogar padres, cuñados, y demás familiares, justo cuando nos estamos adaptando a la nueva situación.
  • No podemos pasar por alto el desgaste físico y mental que tenemos las mujeres, tanto en el embarazo como en el parto. Nos sentiremos cansadas, pero a la vez con una gran exigencia, que es cuidar a nuestro hijo.
  • A partir del momento de ver a nuestro bebé aparecen ideas, casi podemos decir de carácter existencial, en la que nos planteamos cuestiones que quizás hasta ese momento apenas nos habían preocupado, como posibles cambios futuros, guardería, incorporación al trabajo…

¿Qué nos puede ocurrir?

  • Dificultad para dormir
  • Llanto o tristeza
  • Pérdida de interés en actividades que antes resultaban agradables.
  • Pérdida de interés o disminución de las relaciones sexuales
  • Dificultad para concentrarnos.
  • Cambio en el apetito o hábitos alimenticios.
  • Ansiedad y preocupación.
  • Mal humor e irritabilidad.
  • Dolores de cabeza, estómago, músculos y espalda.
  • Sentimientos negativos. Sentirnos triste, sin esperanzas y con culpa excesiva.
  • Pensamientos y emociones contradictorias: No podemos entender, que con lo esperado y lo que queremos a nuestro bebé, nos pueda estar pasando esto.

¿Qué podemos hacer?

  • Tenemos que concedernos tiempo a nosotras mismas, permitirnos nuestro estado de ánimo, no asustarnos ante  la aparición de llanto o pensamientos negativos hacia nosotras, o incluso hacia nuestros hijos. Debemos pensar que todo entra dentro de la adaptación y que es esperable que pase en los primeros meses.
  • Cuidarnos, si hay algo que creo a ciencia cierta, es que debemos cuidarnos a nosotras mismas para poder cuidar. Debemos concedernos ciertos permisos y delegar si es necesario.
  • Durante casi un año nos han pasado muchas cosas, no somos “súper mamás”, bueno… sí lo somos!, pero no es posible adaptarnos a la nueva situación en un mes, todo va a ser paulatino. Así que lo mejor es ir aceptando lo que nos ocurre y tratar de vivir cada día con intensidad, ya que el cambio que dará nuestro hijo del primer mes al segundo y sucesivos es irrepetible.  Poco a poco iremos descubriendo que nos estamos adaptando, casi tan rápido como nuestro bebé.
  • Es importantísimo que nos escuchemos a nosotras mismas. Utilizar nuestro sentido común es lo mejor, porque es la única manera de ser consecuente con nosotras, y de encontrar nuestros criterios, lo que nos vale, y lo que no. ¿Equivocaciones? Todas, pero las nuestras, y por tanto las asumiremos y rectificaremos si fuera necesario.
  • En caso de que pasen algunos meses, y notes que no te puedes adaptar a la nueva situación, o tu estado de ánimo sigue siendo bajo, no dudes en pedir ayuda a tus familiares y amigos, y por supuesto porque no, a un profesional.

Para terminar quiero transmitir positividad frente a lo que ocurre, ya que sabemos que cuando superemos una “crisis” vamos a salir más fortalecidas y más maduras que al inicio. Si bien inicialmente parece que todo se desestabiliza por la llegada del nuevo miembro de la familia, posteriormente, el hecho de ver día a día a nuestro hijo y disfrutar de él, se vive con gran alegría e ilusión.

Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

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