El Parto Velado o nacer enmantillado (como le decimos en Venezuela), es cuando el bebé nace con la bolsa amniótica intacta sin que se rompa. No es algo que pase a menudo, ocurre en 1 de cada 80.000 partos y es como ver al bebé dentro del vientre de su madre pero en directo sin necesidad de ecografías. Mi madre siempre cuenta con orgullo que yo nací enmantillada.
Parto velado – Nacer enmantillado
Nacer con velo, nacer enmantillado, con zurrón, con la toquilla… son muchas las formas en que se le llama a este tipo de parto que desde siempre ha estado rodeado de leyendas. En la cultura popular, se pensaba que los bebés que nacían de esta forma tenían poderes extraordinarios o que iban a tener mucha fortuna en su vida.
Ambroise Paré, considerado el padre de la cirugía moderna, argumentó que los niños que nacían con el velo amniótico lo mantenían en su cuerpo porque habían tenido un parto fácil, mientras que los que nacían sin él se habría roto en un parto largo y doloroso; es decir, que un niño que nacía con el velo amniótico había empezado su existencia en este mundo con buen pie.
Cuando sucede, la embarazada no llega a romper aguas y es entonces cuando el bebé permanece rodeado por el saco amniótico fuera del vientre materno durante algunos segundos. El parto velado puede darse tanto en una cesárea como durante un parto natural. Los profesionales de la obstetricia que han presenciado estos partos coinciden en afirmar que se trata de algo muy emocionante, en el que es posible ver al bebé tal como se encontraba escasos momentos antes en el vientre de la madre.
En principio, el parto velado no supone complicaciones ni riesgos para la madre ni para el bebé, pero la matrona debe romper el saco en cuanto sale el bebé del vientre de la madre para normalizar la situación.
Desde luego parece el parto soñado, el bebé al nacer, llega a la vida en una calma extraordinaria y de un modo muy natural.

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