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parto respetado

Hoy después de tres meses del parto de Gael, me gustaría plasmar cómo fue su nacimiento. Sin duda el regalo más bonito de este año 2018.

Relato de mi parto: El parto de Gael

Gael fue puntual al nacer, tanto que el día anterior nadie (ni amigos, ni expertos) daba por sentado que yo pariría ese viernes 01/06, día en que salía de cuentas, era mi fpp, mi fecha probable de parto.

El jueves celebrábamos la inauguración de una exposición y todos aquellos que me vieron me dijeron que aún me faltaban muchos días para conocer a mi pequeño: que se te nota en la cara, que la barriga está muy alta, que estás como una rosa, que tienes aún mucha energía… y un sin fin de hipótesis que yo también creí, ¡por supuesto!

Sin embargo, al día siguiente, a las 11:00 de la mañana aproximadamente, después darle el pecho a Gala, me senté en la cama y sentí un pequeño sonido interno, algo como un “crack” que en el intento de incorporarme, se convirtió en un abundante líquido cristalino que salía entre mis piernas. ¡Había “roto aguas”!

Fue una sensación totalmente novedosa para mi, pues en mi parto anterior no había roto la bolsa.

Pensé que tendría un poco de tiempo para recoger la casa y terminar de organizar un par de cosas pendientes, pero los dolores comenzaron enseguida. La pelota de pilares fue mi gran aliada. Sentada y balanceándome en ella lograba aminorar un poco el dolor.

Nos fuimos al hospital de Torrejón de Ardoz sobre la 13:20 de la tarde aproximadamente, previendo que la distancia era considerable. Dejamos a Gala con los abuelos con la intención de recogerla una vez nacido Gael, para que durmiera con nosotros. En el hospital nos permitían esa opción que para nosotros era muy importante.

Decidimos dar a luz en el hospital de Torrejón porque allí el parto es respetado y siguen las pautas de los planes de parto que cada mujer o pareja elige tener. Mi marido pudo estar conmigo desde el primer momento y fue mi gran apoyo durante el todo el proceso. No hubo necesidad de continuos tactos ni de maniobras para acelerar el trabajo. Estábamos en un sitio íntimo y cómodo y nos sentíamos como en casa.

En mi parto anterior esto no tuvo lugar, esta antesala al parto la recuerdo muy distinta: una habitación repleta de madres temerosas en proceso de parto, sin ninguna compañía y gritando de dolor, acostada con los monitores puestos, esperando a tener 3-4cm de dilatación para que me pudieran pasar a paritorio, donde finalmente pude descansar un poco y contar con la presencia de mi marido.

Esta vez fue todo distinto. Al llegar del hospital me dijeron que tenía 3cm de dilatación. Recuerdo cierta frustración pues en mi dolor pensaba que ya estaría mucho más avanzada y una voz de matrona me dijo: “no te preocupes, lo difícil es llegar ahí, luego todo va más rápido”. En ese instante, llegó Jose de Foto Instantes, el fotógrafo que nos haría el reportaje del parto. No sé cómo lo hizo, pero llegó casi al mismo tiempo que nosotros al hospital y sin yo avisarle, fue increíble y su compañía fue esencial. Enseguida me atendieron y me llevaron a una sala en donde había todo lo que necesitaba: pelota de pilates, colchoneta, jacuzzi…

Yo seguía avanzando con las dilataciones, pero me sentía sin fuerzas, y el cansancio acumulado de las semanas anteriores me estaba pasando factura. Me habían hablado del uso del óxido nitroso para aliviar el dolor y en mi angustia y sin pensarlo demasiado pedí probarlo y en la siguiente contracción me indicaron que inhalara el gas hasta que se me pasara la misma. Para mí la experiencia no fue buena, me sentí agobiada al tener la mascarilla puesta y eso hizo que me desconcentrara y desconectara del trabajo de parto. En ese momento me indicaron que Gael estaba perdiendo constantes vitales y que debía tumbarme inmediatamente en la cama para estabilizarlo. Yo ya no bailaba al mismo ritmo de mi bebé, al parecer comencé a ir más rápido que él en el proceso. Una pena porque ya estaba en 7cm de dilatación y faltaba poco para dar a luz, pero yo no lo sabía, pensé que tardaría tanto como con Gala, que no dilataba y los dolores eran muy fuertes.

Tumbada en la cama y sin poder moverme se intensificaron mis dolores e hizo que comenzaran a ser insoportables! Mis contracciones se relentizaron y Gael comenzó a estabilizarse, pero me aconsejaron no cambiar de postura para ayudar al bebé, pues si no había una respuesta positiva por su parte, tendrían que recurrir a un parto por cesárea.

Para aminorar el dolor pedí que me administraran la walking epidural (te permite andar y la dosis es menor), pero al ver que no iba a poder cambiar de postura y que los dolores seguían siendo intensos, pedí la epidural de dosis completa.

Con la epidural finalmente pude descansar un poco. Ya eran casi las 20:00, cuando entró la matrona para decirme que ya había alcanzado 10 cm de dilatación y que en una hora y media aproximadamente, volvería para comenzar con el expulsivo. En ese tiempo Gael terminaría de colocarse y el proceso sería más fácil.

Poco más de una hora después, yo sentía muchas ganas de pujar, mi marido llamó a la matrona, pero justo estaban haciendo cambio de guardia y al verme tan relajada, me dijo que volvería en un rato. Una hora más tarde volví a dar el aviso. La nueva matrona era una chica asiática encantadora, con mucha energía y muy profesional. Me dijo te veo muy tranquila no parece que estés de parto, pero al observarme se dio cuenta de que la cabecita de Gael ya asomaba y comenzó rápidamente con los preparativos.

Yo pedí que me facilitaran un espejo para poder ver el expulsivo y la ayudante de matrona lo colocó estratégicamente, mientras la matrona me iba explicando todo lo que iba aconteciendo.

Fue un momento maravilloso, yo sentía las contracciones, pero el dolor era muy soportable. Estaba tranquila, relajada, disfrutando del momento, viendo cómo mi niño giraba su cabecita y se ponía en posición para salir al mundo.

Yo pujaba suavemente a ritmo de las contracciones. Ahora sí íbamos al unísono y bailando al mismo compás. Enseguida y sin mayor esfuerzo, nació Gael, su padre lo recibió y lo puso en mi regazo y, siguiendo las indicaciones de la matrona, cortó el cordón umbilical.

No hubo episiotomía, ni desgarro, fue un expulsivo fácil y sin complicaciones. Luego vino el alumbramiento y al salir la placenta, la matrona nos la enseñó y nos explicó todos los detalles de la misma. ¡Qué lujo!

Fue un parto maravilloso, muy a pesar de los intensos dolores y de haberme alejado totalmente de mi deseo dar a luz sin analgésicos. Porque si, parir duele… Sin embargo, me sentí muy bien al estar abierta a las necesidades de mi bebé en ese momento y así adaptarme a su ritmo.

Gael enseguida se cogió al pecho y comenzó a mamar sin problemas, como si lo hubiera hecho siempre.

Pasadas un par de horas nos subieron a la que sería nuestra habitación esos días. Una estancia acogedora en todos los sentidos con un personal muy agradable.

El acontecimiento más triste entre tanta alegría fue que Gala no pudo quedarse con nosotros esa primera noche, estaba acatarrada y con una leve laringitis y nos recomendaron que no tuviera contacto con el bebé de forma tan inmediata, por si acaso. Se quedó con los abuelos, sin haber tenido una preparación previa para ello y la experiencia fue muy dura para todos. Afortunadamente la mañana siguiente su padre la trajo para ya quedarse con nosotros.

El reencuentro entre nosotras fue muy emotivo y el momento en que Gala finalmente conoció a su hermanito después de 9 meses de espera, fue inolvidable. Qué agradecidos estamos con el fotógrafo de familia Jose de Foto Instantes por su sigilosa y amable presencia al plasmar ese instante mágico con su cámara. Para nosotros contar con él ha sido una gran suerte, pues es de esas personas de gran sensibilidad que logran hacer de lo poco mucho. Sus fotos nos han permitido poder hacer tangible lo intangible e inexplicable.

Ahora después de tres meses, en casita con mis dos hijos, me siento la mujer más dichosa y especial del mundo. Siento un agradecimiento pleno con la vida y mis peques son el motivo por el cual intento ser cada día mejor.

Crianza Positiva

Johannes Ruiz Pitre

Madre de familia numerosa. Neuropedagoga certificada en Disciplina Positiva para Padres y Profesores. Especialista en Inteligencia Emocional en la primera infancia. Asesora certificada en sueño infantil. Autora del Libro "El amor no malcría"

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