¿Qué son los terrores nocturnos? No hay que confundirlos con las pesadillas, pues estas suelen darles en una fase diferente del sueño, y lo más característico es que sí se suelen despertar y recordar que estaban soñando, expresando el miedo que han pasado.
Terrores nocturnos
Por contra, en los terrores nocturnos, el niño pasa de estar profundamente dormido a mostrar agitación, sudoración, hiperventilación, llanto, forcejeo… en ocasiones, puede parecer que está despierto, por tener los ojos abiertos, pero su mirada es de pánico y terror (realmente no están despiertos) por eso no responden a las llamadas de los padres y cuando despiertan no hay recuerdo.
Ambos son considerados como trastornos del sueño, que remiten con el tiempo y la maduración del niño, sin mayor repercusión.
Es muy frecuente que los niños alguna vez en su vida sufran algún episodio y no hay que darle mayor importancia. Lo que sí debemos observar es si estos episodios se mantienen en el tiempo, pues se puede deber a alguna situación estresante que esté viviendo el niño, que le provoque miedo, inseguridad, etc, derivado de problemas escolares, familiares, entornos conflictivos, enfermedades, hospitalizaciones, largos períodos de separación con la madre (sobre todo en bebés) que le puede llevar a manifestar los terrores nocturnos; otro factor importante a tener en cuenta, es el hereditario, pues en muchos niños se ha encontrado que algún familiar ha padecido el trastorno.
Normalmente, tanto las pesadillas como los terrores nocturnos, suelen desaparecer sin mayor importancia. En muy pocos casos en necesaria la medicación para tratarlos.
Terrores Nocturnos
Lo que muchos padres preguntan es ¿qué hacer en estos casos? Se recomienda que si el niño ha sufrido una pesadilla, hay que intentar tranquilizarlo, calmarlo, consolarlo, que nos cuente lo que desee de lo que ha soñado sin entrar mucho en detalles, ni darle mayor importancia al día siguiente o recordárselo.
Si lo que está experimentando son terrores nocturnos, es muy importante no despertar al niño, pero sí vigilar que no se haga daño. Normalmente el niño vuelve a dormirse sin mayor problema, pues no recuerda lo sucedido. Suele generar más ansiedad en los padres, que son quien viven intensamente la angustia de no poder hacer nada para consolar a su hijo en ese estado.
Cuando se mantienen en el tiempo (tanto pesadillas como terrores) es cuando se recomienda acudir al especialista. En ambos casos, hay que valorar si hay alguna situación familiar, escolar, etc, que esté provocando ansiedad en el niño y pueda dar lugar a algunos de estos trastorno del sueño.

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