El tiempo fuera positivo es un tiempo de reflexión respetuoso tanto para los padres como para los hijos, con un objetivo claro: Calmar, serenar, y no castigar.
Seguramente conoces “el rincón del castigo” o “la silla de pensar” estos han sido por mucho tiempo métodos de disciplina muy utilizados en las familias y en las escuelas.
El objetivo de la silla de pensar es colocar al niño en un rincón de la casa o aula para que “reflexione y aprenda” sobre su error… al menos eso es lo que los adultos esperamos que haga.
Si alguna vez has utilizado este método, es probable que hayas visto que funciona momentáneamente pero a largo plazo no genera los cambios que esperas en tus hijos. Mientras aislamos a un niño para que “piense” y se quede quieto en su equina, lo que verdaderamente estamos fomentando es que el niño se sienta moralmente desmotivado, rechazado e incluso confundido con la situación que está experimentando.
Tiempo Fuera Positivo
La Disciplina Positiva recomienda el tiempo fuera positivo, una medida respetuosa y asertiva para que el niño se calme.
Con el tiempo fuera positivo, se invita al padre/madre o educador a sentarse con el niño, acompañarlo, o por lo menos permanecer cerca. Esto no significa que estamos promoviendo las conductas inapropiadas, significa que queremos validar sus sentimientos mientras que nos damos la oportunidad de escucharlos y enfrentar con ellos cualquier situación por la que estén pasando. Es un momento para que el niño conecte con sus padres mientras se habla de lo sucedido.
Cuando estamos molestos, tanto niños como adultos, perdemos acceso a una parte del cerebro que nos permite pensar en soluciones y actuar racionalmente y, en cambio, se despierta el cerebro instintivo y animal, con lo cual nuestro comportamiento se torna reactivo, amenazador y lo que buscamos y queremos es obtener soluciones a corto plazo.
Esta herramienta está basada en la frase de Jane Nelsen: “Cuando me siento mejor, puedo actuar mejor”. Estas palabras tienen un mensaje muy “removedor” porque rompe con la creencia tan extendida entre los adultos de que para que un niño se porte bien, primero hay que hacerle sentir mal.
¿Qué pasa en el cerebro cuando nos enfadamos?
Cuando un estímulo sensorial entra en el cerebro se dirige directamente al sistema límbico o cerebro emocional. El cerebro emocional interpreta la información sensorial y genera una emoción que tiene una serie de consecuencias dentro del sistema neurológico.
Las emociones como el miedo, la rabia, el enfado, la ira.. hiper-estimulan el sistema límbico y envían la información sensorial hacia el trono cerebral (el cerebro reptil) nuestro cerebro instintivo el que nos empuja a actuar. Si bien cuando la información sensorial es interpretada por el sistema límbico y genera una emoción “positiva” tal como la felicidad, la sorpresa, la gratitud, el sistema límbico se relaja y deja que la información sensorial fluya hacia el neocórtex. El Neocórtex es la parte del cerebro en la que se encuentran las funciones ejecutivas (la capacidad de relacionar conceptos, de abstracción…) y es dónde se produce el aprendizaje.
Cuando un niño se enfada quien toma el control de su cerebro no es el cerebro racional sino el cerebro reptil (el instintivo), así que la primera estrategia que debemos seguir es dejar “enfríar”, dejar que pase el enfado, es necesario que el sistema límbico se relaje y podamos hablar desde la razón una vez llegue la información al neocórtex.
La única manera para que nuestro cerebro vuelva a “estar en orden” es retirarse amigablemente y darle un tiempo en el que pueda “desconectar” de lo ocurrido para poder abordar el problema de la manera más respetuosa y efectiva posible.
Este tiempo fuera positivo es un tiempo que hemos de usar (adultos y niños) para calmarnos y volver a resolver la situación desde la cordura y la razón y no desde el enfado o la ira.
Esta técnica no es una forma de “premiar la mala conducta”, sino por el contrario, se basa en el concepto de la estimulación como el motivador más poderoso para mejorar la conducta y es una valiosa forma de enseñarle a tu hijo a manejar asertivamente sus emociones.
¿Cómo aplicar el Tiempo Fuera Positivo?
El Tiempo Fuera Positivo está diseñado para hacer sentir mejor y no peor a los niños, no para pagar por lo que han hecho. En lugar de hablar de rincón de pensar, ¿por qué no hablar del espacio de sentirse tranquilos o en calma? Si a nosotros nos mandaran a pensar sobre lo que hemos hecho ¿cómo nos sentiríamos?
¿Desde qué edad se puede usar el tiempo fuera positivo?
Para usar esta herramienta de manera satisfactoria, el niño primero debe poseer mecanismos de control, conocer qué es la calma y la necesidad de conexión cuando nos encontramos ante una emoción de ira o enfado. Estos mecanismos son difíciles de desarrollar, en nuestro cerebro, antes de los 4 años (algunos no lo logran antes de los 6 años). Esto no quiere decir que no los trabajemos o que no usemos este recurso antes, no olvidemos que cada niño es diferente y único y siempre es beneficioso ir conociendo el entorno teniendo expectativas realistas.
En niños pequeños es conveniente que la madre o el padre lo acompañen y se queden en silencio mientras el niño se desahoga. Una vez que los sentimientos propios de nuestro cerebro reptil (ira, miedo, angustia) se disiparon gracias al respiro alentador que tomamos, se debe retomar la situación para buscar una solución conjunta al problema.
Entonces, antes de esa edad, ¿Qué hacemos? Supervisión, distracción y redirección.
¿Cómo se pone en práctica?
Deberemos construir conjuntamente con los niños un lugar de confort y sosiego al que tanto niños como adultos podamos acudir (cuando lo deseemos) a calmarse.
Crear un espacio para la paz y la calma es una excelente idea para respetarnos como seres humanos y crecer en un ambiente alentador.
Este lugar debe ser escogido y decorado conjuntamente con el niño y debe contener elementos que lo inviten a relajarse y a sentir paz, como por ejemplo: cuentos, música, piedras, reloj de arena, folios, lápices de colores, etc. Se trata de conectar antes de corregir y de hacer valer la famosa frase de Jane Nelsen “Cuando me siento mejor, puedo actuar mejor”
A tener en cuenta:
- Invierte tiempo en enseñar a tus hijos. Explicar al niño lo útil que puede ser emplear el tiempo fuera positivo, el valor de los períodos de enfriamiento y la importancia de esperar hasta que todos se sientan mejor antes de resolver los conflictos. Una manera ideal de enseñar a los niños es usándolo nosotros como padres. El propósito de esta herramienta no es castigar o causar sufrimiento. Puedes explicárselo a tu hijo de la siguiente manera: “En ocasiones nos enfadamos o no nos sentimos bien por algo que ha pasado y necesitamos un tiempo para calmarnos, por eso vamos a crear un espacio para el tiempo fuera positivo. Esto no se t
rata de un castigo, sino que es un lugar que te ayudará a calmarte y sentirte mejor, ¿te gustaría que fuera en tu habitación o en una esquina del salón?”
- Invite a los niños a crear su propio espacio y darle nombre. Permite que los niños creen su propia área de calma. Dependiendo de la edad, pueden pensar en cosas que le pueda gustar hacer en ese espacio: leer, jugar con algún juguete, descansar, escuchar música… Puedes guiarlo en su creación con preguntas: ¿Qué te gustaría que hubiera en tu espacio para que te ayude a sentirte mejor? ¿Qué nombre te gustaría ponerle a este espacio para que represente un lugar positivo para ti?
- Desarrolle con antelación un plan para los casos en los que sea necesario usar el tiempo fuera positivo. Por ejemplo, tu hijo le ha pegado
a otro niño (o si el adulto siente que está perdiendo el control): ”Noto que estás realmente enfadado, molesto, triste… ¿crees que te ayudaría irte a tu lugar especial hasta que te sientas mejor? Puede que el niño conteste que no, entonces el adulto puede sugerir ¿necesitas que yo te acompañe? Si el niño sigue diciendo que no y usted siente la necesidad de tomar distancia emocional para poder reintegrarse y para poder seguir tratando con respeto, entonces siempre puedes decirle: “está bien, entiendo que ahora no quieras ir allí, pero yo si necesito ir para calmarme”.
- Enseñe que cuando se sientan mejor pueden pensar en una solución. No siempre es necesario buscar una solución en el momento. Por ejemplo, “¿Crees que es un buen momento para pensar en una solución? ¿Se te ocurre alguna? ¿Te ayudaría más plantear el problema en la reunión familiar?”.
Con los mas pequeños los adultos quizás debemos quedarnos con ellos en silencio mientras se desahogan . Podemos aportar música, muñecos, manualidades, cuentos… todo lo que queramos que nos ayude a sentirnos bien y a calmarnos.
Jamás se manda al niño a irse a su lugar de calma, se le invita a ir. Ellos deben saber que tienen la opción de marcharse a relajarse antes de hablar sobre lo ocurrido: “veo que estás muy enfadado, quizás quieras ir a tu espacio de calma (o como lo hayáis llamado)”.
Cuando mandamos a pensar en lo que se hizo, se piensa en todo menos eso. Los niños piensan en lo “malos” que hemos sido con ellos o en lo mala persona que se sienten, incluso como vengarse por cómo les hicimos sentir. Esto no ayuda a solucionar el problema.
Para poder usar el tiempo fuera positivo el niño ha de entender que su cerebro (y el nuestro, por supuesto) “se ha vuelto loco”, “no funciona estando enfadado” y que en el momento en que se tranquilice y vuelta a estar contento volverá a funcionar correctamente. Esto es posible (depende del niño, por supuesto) entre los 3 y 4 años.
Esta herramienta, usada de manera no punitiva sino como una elección para sentirnos mejor, es realmente valiosa.
No sería maravilloso si nosotros como adultos tuviéramos ese espacio? Cuántas batallas evitaríamos?

Leave a Comment